lunes, 5 de mayo de 2014

Hoy una parábola.

Hay gente que no se entera de nada, hoy mi mujer se ha enfadado conmigo y todo por aplicar el lenguaje de la nueva economía. Yo le dije tan contento; Pili, hemos finalizado el crédito del coche. Ella me dijo ¿Qué? Y yo le tuve que repetir; que hemos finalizado el crédito del coche. ¿Cómo que hemos finalizado el crédito, si acabamos de comprar el coche? Me dijo. Ante la posibilidad de entrar en un bucle infinito de pregunta respuesta cambie mi argumentación. Sí que hemos acabado el crédito, Portugal ha cerrado su rescate al recibir la última cantidad de dinero y aquí en España pasó lo mismo, ya no estamos rescatados. Así que si hemos recibido el dinero, que lo hemos hecho, se acabó el crédito. Pero ella seguía en sus trece y me dijo. ¿Pero qué mierda vamos a cerrar si solo hemos pagado una mensualidad del crédito?

Como veis encima se empezó a poner borde, ni que yo fuera tonto o la quisiera engañar. ¿Por qué tendría yo que engañarla? Ni que el coche teóricamente nuevo fuera de alquiler y yo me hubiera gastado el dinero en juego, drogas y alcohol. Se ve que se dio cuenta de su bordería y me preguntó: ¿Pero acaso ese final del crédito implica que ya no lo tenemos que pagar? Ante esa pregunta tan directa no pude por menos que contestar otra cosa, me enfadé mucho con ella y con razón. ¿Acaso ella no hace cosas mal? Hace cosas horribles, el otro día sin ir más lejos compró los garbanzos a dos euros el kilo, si, como lo oís, a dos euros, como veis despilfarro y más despilfarro.


Menos mal que anduve listo, contraté a un gestor por solo quinientos euros al mes que me evitará esos gastos absurdos, lo que voy a ahorrar. De momento me ha dicho que de garbanzos en casa nada, a partir de ahora solo se comerán ortigas. Lástima que por mi trabajo yo como fuera, me gustaría arrimar el hombro como los demás. 

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